jueves, 17 de enero de 2008

Siguiente parte


La sensación de estar por primera vez solo con mi frate era indescriptible. Sentía muchas cosas a la vez. Algo de extrañamiento, por decirlo así, al estar con gente prácticamente desconocida (unos más, otros menos). Paz, inexplicable paz. Cariño, que aun que no se compara con el verdadero amor que se cosechó al final de la misión, ya se sentía la semilla del preocuparse unos por otros.

El fresno es un pueblo mágico. Desde que llegué no pude evitar notar la cantidad tan impresionante de flores que se veían por todos lados. Animales (perros y gallinas más que nada) por todos lados.

Un amor convertido en persona nos recibió con las llaves de la capilla y la primaria y nos indicó el lugar donde la maestra había indicado que debíamos de dormir: la bodega de escobas. Después de entrar y ver el espacio de 6 x 6 (máximo) algo pasa en doña Paulina que se compadece de nosotros y diciéndonos que no quería que pasáramos frío nos abre también un salón de clases para que durmiéramos en él y la comida y material lo tuviéramos en la bodega. Se retira doña Pau dejando una invitación abierta para ir a pasar un rato en su casa más tarde. Finalmente terminamos de desempacar todo y rápidamente exploramos El Fresno a grandes rasgos para dibujar un mapa que por ahí lo debe de tener guardado Caro. La primera casa que visité fue la última de la que me despedí cuando se acabó la semana, en un día lluvioso. Todavía no puedo olvidar la cara de esa señora.

Ese mismo día en una de las entradas o salidas de la cocina (como de ahora en adelante llamaremos a la bodega) escucho una ruidos extraños en el techo. ¡Frate hay ratones en la cocina! Chayo y un servidor armados de palos de escoba le movemos un poco al techo.
-Se fueron para acá.
- No, para acá.
- ¡Están en la parte de afuera!
En eso salen volando de 1 a 10 murciélagos (mi memoria falla) asustando a una que otra dama de la frate y nos despreocupamos de que los ratones fueran a ser un problema serio...

Creo que yo tengo un problema serio, tengo que narrar más de un año de mi vida (desde misiones semana santa 2007 hasta el día de hoy) y muchas cosas se me han olvidado. Seguiré:

Esa noche había clásico, y fuimos invitados a verlo en casa de doña Pau, solo para toparnos con la sorpresa de que no lo estaban transmitiendo por televisión abierta. Aún así pasamos un buen rato mientras nos enseñaban a bailar un poquito de cumbia (para lo cual me declaro un inepto). Finalmente nos fuimos a dormir y con una buena platicada bajo las estrellas terminó el primer día en "el Fresno".

Después de entregarme a los brazos de Morfeo, en lo que pareció un instante, empiezo a percibir el ruido de tambores, después un silbido como de flauta, ¡qué pasa! después se oye una voz de hombre que empieza a cantar. Entonces me doy cuenta que ya se levantó la aurora de rosados dedos y Caro nos está despertando por primera vez con la canción de Huichilopotzli. Si mal no recuerdo la mañana estaba fresca.

Mi primer visiteo. Quisiera acordarme con detalles para comparar con mis últimos visiteosAl menos me parece que estaba entusiasmado, todo era nuevo para mí. Me parecía increíble el hecho de que te invitaran a comer con tanta facilidad y tanta entrega. Señoras invitándonos sin conocernos a sus casas, dejándo los quehaceres solo para platicar un ratito con nosotros y ver que teníamos que decir. En mi primer visiteo conocí a una de las personas más nobles y buenas que jamás he conocido: Doña Orfa. Es imposible olvidar la manera en la que nos trató a Anny (estoy 99% seguro que fue ella) y a mi en su casa. Comimos fideos con salsa de tomate, arroz y creo que mole. La casa era de dos cuartos (la cocina y el dormitorio), medio caída y recuerdo haberme pegado más de una vez con un tronco de madera que hacía de techo en la entrada. Su vajilla era de los más rudimentaria que se podía, y aún así doña Orfa no dejó de sonreír un sólo instante.

Hay otra persona que no puedo olvidar y estoy seguro que la conocí en el visiteo de ese día. Caminando y casi saliendo del fresno por el camino hacia "el molino" (del cuál comentaré más tarde) vimos mi compañera y yo (si, creo que era Anny, a lo mejor incluso ibamos tres) una pequeña casita. Lo primero que pensé fue: "nadie vive ahí". Lo que veía era lo siguiente. Un terreno de (más o menos) 50 x 50m, en el tercer cuadrante había una serie de palos de mezquite en posición vertical, sobre ellos había dos láminas de aluminio medio rojizas por el óxido y una tercera apoyada en la "pared". Había un árbol de flores de color lila/blanco y no pude evitar tomar una y guardarla en mi morral. Entonces veo a un señor con un sombrero a lado de la casa con una tina. Nuestra primer reacción fue preguntarle si podíamos pasar y si le ayudabamos en algo. En el fresno el agua llega cada tercer día, y ese día era, y nos dejó ayudarle a cargar cubetas llenas de agua para vaciarlas en un tambo que tenía en la parte posterior. Esa agua la usaba para todo, incluso para darle a un perrito que cuidaba.

Era un señor de pocas palabras, al principio incluso creí que no podía hablar, pero una vez que se hizo de confianza nos contó un poco de su vida y nos hizo pasar a su muy humilde hogar. Cuando vi el lugar por dentro no podía creer que alguien viviera ahí. En el techo se veían claros agujeros que inmediatamente me hicieron pensar en lo que pasaba cuando llovía. En una esquina había un poco de leña encendida que tenía encima una cacerola con frijoles hirviendo (su cena). Nos platicó que el trabajaba en la labor, entonces me acuerdo perfectamente haber pensado en como una persona que trabaja, y que seguramente lleva muchos años trabajando y no tiene a nadie a quien mantener pudiera vivir en tan míseras condiciones económicas.

A pesar de que la mañana comenzó fresca, para la hora de la comida ya hacía bastantito calor. Aún así teníamos que hacer un esfuerzo por pararnos de donde estábamos tirándola y preparar catequesis, celebración de la palabra, etc. Recuerdo como si fuera ayer mi primer día de catequesis. Por alguna extraña razón decidí catequizar señores. Imaginen mi sorpresa y mi decepción cuando llegó la hora y habían llegado niños, jóvenes y señoras pero a los señores no se les veía por ningún lado...pendiente

3 comentarios:

Daniel Villarreal dijo...

Necesitas que se detenga el tiempo para poder alcanzarlo (suponiendo algún tipo de avance tipo "evum" en donde pudieras deszplazarte en dimensiones atemporales). Espero la segunda parte de la semana santa con todas las aventuras y pruebas de fe que trajo consigo.

Karla Edith dijo...

eso de los troncos es lo tuyo definitivamente: para bailar, para pegarte con ellos jajaja estan en tu vida 100%

. dijo...

ja ja ja
meee rioo o quee karlitaaa =P