viernes, 24 de septiembre de 2010

Fiesta

Estábanos en casa de alguien, en una noche de tragos, música y gritos. Recibo una llamada y le cuento a D. de la situación para hoy: "Estamos en casa del de la casa,de ahí nos pasamos al otro lugar, no sólo R. y yo, si no todos los que estamos aquí, y después regresamos a seguirle otra vez". Me está contestando y diciendo algo sobre que va en su camioneta cuando de pronto cuelgo porque ya se están marchando todos. Sigo a la turba apresurada, para entonces detenerme al ver sobre una mesa, redonda, de madera clara, una hoja tamaño carta con un mensaje a lápiz y letra de molde casi perfecta. Y entonces comprendo que la razón de la prisa no es la urgencia de seguir de fiesta, si no la narco-amenaza ahí expresada.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Eulogio López, en la revista Hispanidad de INTERNET [93] , señala tres niveles del modernismo:

a) Lo que es real, debe ser legal: uniones de hecho, homosexualidad.
b) Lo que es legal es bueno: ABORTO, EUTANASIA.
c) Lo que no está en la ley, no existe: la justicia no lo puede perseguir: satanismo.

Interesante.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Fragmento Don Juan Tenorio

«Doña Inés del alma mía.»

«Luz de donde el sol la toma,
hermosísima paloma
privada de libertad,
si os dignáis por estas letras
pasar vuestros lindos ojos,
no los tornéis con enojos
sin concluir, acabad.»

«Nuestros padres de consuno
nuestras bodas acordaron,
porque los cielos juntaron
los destinos de los dos.
Y halagado desde entonces
con tan risueña esperanza,
mi alma, doña Inés, no alcanza
otro porvenir que vos.
De amor con ella en mi pecho
brotó una chispa ligera,
que han convertido en hoguera
tiempo y afición tenaz:
y esta llama que en mí mismo
se alimenta inextinguible,
cada día más terrible
va creciendo y más voraz.»

«En vano a apagarla
concurren tiempo y ausencia,
que doblando su violencia,
no hoguera ya, volcán es.
Y yo, que en medio del cráter
desamparado batallo,
suspendido en él me hallo
entre mi tumba y mi Inés.»

«Inés, alma de mi alma,
perpetuo imán de mi vida,
perla sin concha escondida
entre las algas del mar;
garza que nunca del nido
tender osaste el vuelo,
el diáfano azul del cielo
para aprender a cruzar:
si es que a través de esos muros
el mundo apenada miras,
y por el mundo suspiras
de libertad con afán,
acuérdate que al pie mismo
de esos muros que te guardan,
para salvarte te aguardan
los brazos de tu don Juan.»

«Acuérdate de quien llora
al pie de tu celosía
y allí le sorprende el día
y le halla la noche allí;
acuérdate de quien vive
sólo por ti, ¡vida mía!
y que a tus pies volaría
si le llamaras a ti.»

«Adiós, ¡oh luz de mis ojos!
Adiós, Inés de mi alma:
medita, por Dios, en calma
las palabras que aquí van:
y si odias esa clausura,
que ser tu sepulcro debe,
manda, que a todo se atreve
por tu hermosura don Juan.»

Soledad de nuestra señora

Sin esposo porque estaba
José de la muerte preso;
Sin Padre, porque se esconde;
Sin Hijo, porque está muerto;
Sin1uz, porque llora el sol;
Sin voz, porque muere el Verbo;
Sin alma, ausente la suya;
Sin cuerpo, enterrado el cuerpo;
Sin tierra, que todo es sangre;
Sin aire, que todo es fuego;
Sin fuego, que todo es agua,
Sin agua, que todo es hielo;

Con la mayor soledad
Que humanos pechos se vieron,
Pechos que hubiesen criado,
Aunque virginales pechos,
A la cruz, de quien pendía
Un rojo y sangriento lienzo,
Con que bajó de sus brazos
Cristo sin alma, y Dios muerto,
La Sola del Sol difunto
Dice, con divino esfuerzo,
Estas quejas lastimosas
Y estos piadosos requiebros:

«¡Oh retrato victorioso,
Donde el Capitán Eterno,
Por dar a los hombres vida
Venció la muerte muriendo!
¡Oh, escala de otro Jacob,
Mas con tres pasos de Hierro,
Tan alta, que por subirla
Pies y manos puso en ellos!
¡Oh, caja de mis cuchillos!
¡Oh, mesa en que estuvo puesto
Aquel soberano Pan
Atravesado en el leño!
Pues solo nos han dejado,
Yo sin Hijo y vos sin dueño,
Consolémonos los dos,
Pues los dos nos parecemos.
Hízome Dios cruz divina
Para nacer de mi pecho,
Y a vos por mayor favor
Para morir en el vuestro.
Pues como a Dios os adoran
Ángeles, hombres y cielos,
Morir en vos fue lo más,
Y nacer de mí lo menos.
Más merecen vuestros brazos
Las horas que le tuvieron,
Que los años que los míos
Le dieron dulce sustento.
Madre suya parecéis
En darle al mundo aunque muerto;
Pero daisle mil Dolores,
Y yo le parí sin ellos.
Leona sois en el parto,
Aunque yo os le di Cordero,
Mas, pues que blanco os lo di,
¿Por qué me le dais sangriento?
Cuando en mi parto no os vi,
Y vos me veis en el vuestro,
Aunque pues fue sobre tablas,
Bien puede pensar maderos.
Bien me llamaron María
Por la amargura que tengo,
O porque vos, nave santa,
Habéis pasado mi estrecha.
Pero puesto que soy mar,
Tanta ventaja os confieso,
Que desde que fuistes fuente
En vuestras aguas me anego.
Fue del Espíritu santo
Mi virgen vientre cubierto,
Para que estando a su sombra
Sufriese el Sol tan inmenso.
Y aquí a la sombra de un árbol
Vivo de mi Sol tan lejos
Que con ser del cielo gloria
Amanece en el infierno.
Huerto me llamó mi Esposo,
Mas no pensé que mi huerto
Hubiera un árbol tan fuerte
Que tuviera a Dios en peso.
Aquel fruto soberano
Fue de mi vientre primero;
Nació como trigo en pajas;
Racimo me le habéis hecho.
¡Oh dulce leña de Isaac,
Llevada en hombros más tiernos!
¡Dadme esa estampa de sangre,
Pues que no me dais el cuerpo!

»Dijo la Virgen María,
Y dándole dulces besos,
Dio rosas y tomó rosas
La zarza verde en el fuego.
Corazón de piedra duro,
Quedad llorando deshecho,
Que la muerte de Dios hombre
Las piedras parte por medio.

-Lope de Vega