lunes, 28 de diciembre de 2009

Contemplación

San Francisco, ese frailesillo de asís, tenía un punto: en la naturaleza lograba encontrar a Dios. En su hermana, lograba ver un destello de la belleza, grandeza y sobre todo del amor de Aquel que creó todo eso. Logró tal armonía con ésta, que hay un sin número de historias narrando las cosas maravillosas que le pasaban, como que cuando iba a orar al bosque, todas las criaturas (pájaros, insectos y animales) guardaban silencio para que el pudiera orar.

No quiero comparar, pero hace poco comprendí a mayor profundidad todo esto. Los paisajes que se encuentran en la comunidad de Loma Alta (cerca de Linares, N.L.), son dignos de admirarse. Estoy consciente que no lo son a un nivel turístico, y que quizá haya muchos mucho mejores incluso cerca de ahí, pero ese es el que me tocó visitar a mí, y de cierta forma la manera en la que una vez más se me manifestó Dios personalmente.

Es impresionante, y por lo mismo muy difícil de describir, la sensación de paz y armonía que se puede vivir con el simple contacto con la naturaleza. El simple hecho de caminar entre árboles (en su mayoría mesquites y arbustos) sentir la brisa fresca de la mañana, la suavidad de la tierra al caminar, la calidez del sol en una mañana fría, el olor a frescura vegetal, oír la vitalidad de todo y ver animales paseándose libremente. Una gallina con sus pollitos, un par de cerdos en el lodo, unas vacas masticando y perros vagando por ahí.

En la noche las estrellas ¡las estrellas! El cielo infinito, inmenso, maravilloso. Los astros incontables, achicados por la distancia, brillantes. Los árboles crecidos, ensombrecidos, acogedores. La brisa, otro tipo de brisa, más refrescante, como invitando a respirarla hasta llenarte los pulmones. Los grillos cantando, un tecolote hululando, los propios pasos pisando.

El quedarse por un momento quieto, sea de día o de noche. El contemplar el paisaje, el lugar, el momento, la emoción. El usar los cinco sentidos al mismo tiempo, en toda su potencia y con toda su humanidad. Y el contemplar; y el escuchar; y el sentir; y el reflexionar; y el rezar; y el orar; y el escuchar la respuesta; y el contemplar...