miércoles, 26 de mayo de 2010

Me mataron

Iba saliendo de una casa en la cual había terminado de tener una fiesta. Al parecer era el último en irme, porque la señora madre del anfitrión (Hernán) había pedido que me fuera ya, que ya era muy tarde, al mismo tiempo que yo le decía también a Alejandro del otro lado del teléfono lo mismo, que de hecho ya me estaban corriendo y tampoco iba a tener permiso de ir a donde él estaba.
Tomé unas botanas muy de mi agrado antes de salir y me encaminé hacia mi camioneta, cuando me doy cuenta que alrededor de ella había un grupo de chavos platicando, con uno de ellos intentando abrirla a la mala (cuando cualquiera que me conoce mas o menos bien sabe que mi camioneta siempre está abierta) . Me acerco y se hace para atrás, pero de inmediato se le quita el primer susto y me voltea a ver con una mirada amenazadora. Volteo al otro lado y está otro chavo mirando de la misma manera. Cuando volteo al primero trae un cuchillo de cocina en la mano. Cuando quiero voltear hacia el segundo este ya me ha agarrado del cuello y sostenido un aparato extraño que activó y que me hizo caer inmediatamente hasta el suelo al mismo tiempo que me decía que lo sentía, que no era personal y el primero me atravesaba el costado en un movimiento rápido y frío.

Entonces llega un taxi disfrazado de patrulla en el que Gerardo y Eduardo se estacionaron cerca de mí. Se bajan, me ven y los empiezan a perseguir empedernidamente. Pero yo ahí me quedo. Tirado. Chueco. Solo. Frío.