martes, 8 de septiembre de 2009

Mucho se critica a los misioneros aventurados que se van a un lugar lejano a misionar gente menos privilegiada económicamente. La premisa principal reza más o menos así "para que irse tan lejos si aquí a la vuelta hay tanta necesidad".

Intentando ser lo más objetivo posible diré que la mayoría de las veces estas personas distan mucho de ser gente que siquiera se interesa un poco con la construcción del Reino o el servicio a Dios. Nunca nadie lo dice de mala fe ni mucho menos, pero por lo general son personas que no aportan nada positivo y si critican a quienes si lo hacen por no hacerlo como a ellos les gustaría.

Se les olvida, o simplemente no se les ocurre pensar que quien se va de misiones lo hace presisamente por que se le ha encomendado una. Y, si recordamos cualquier novela de aventuras más o menos buena, es evidente que en todos los casos la misión del protagonista responde a una tarea noble que se le ha encomendado, o a una necesidad inminente que lo atañe a él y a quienes lo rodean, para lo que tiene que recorrer tierras lejanas o enfrentar un enemigo. Hay un caso exepcional, si, en el que el mismo aventurero es quien busca errante una odisea, cualquiera que esta fuera. En este caso es la dignidad, gloria o perfeccionamiento lo que se busca, a lo que voy es que todas estas aventuras son siempre motividas por un bien superior que se busca alcanzar por medio de ellas. Y en la mayoría también se incluye un factor de misión encomendada por alguien a quien hay que responder.

Quien misiona en un lugar lejos de su comunidad por que busca encontrar algo en sí mismo, lo encontrará, y de paso algo bueno podrá hacer. Este es el peor de los casos y el más criticado, pero no malo en sí. Pero hay otro (menos común) de misioneros enviados por la voluntad de Dios a tierras olvidadas por el mundo. Es en estos casos donde se manifiesta en su forma más pura la naturaleza evangelizadora del cristiano de ayer, hoy y siempre. Y para quien acepta esa misión, si logra mantenerse firme, constante y fiel a su Señor, grande será la recompensa.

Personalmente conozco algunos hermanos y hermanas que actualmente están en tierra de misión. El día en que uno sea capaz de abandonarse a ese grado, de dejar las actividades del mundo, proyectos de vida, amigos, familiares, comodidades y de desgastarse, sufrir, preocuparse y desvivirse por el prójimo, entonces podrá evaluar la rectitud de intención de los demás. Mientras tanto, no nos queda sino admirar la grandiosa labor que estos hermanos hacen por el servicio a Dios y a los demás, y por supuesto rezar por ellos. Luanda, Calcuta, y Chihuahua no tienen idea de lo afortunados que son.

¡Que hermosos son sobre los cerros los pies del mensajero que anuncia la paz! (Is. 52,7)

)2.

6 comentarios:

epi dijo...

que otro argumento a favor seria el de.. "ya se ke aqui a la vuelta tmb hay necesidad tanto material como espiritual.. pero aki a la vuelta si hay un templo con un parroco.. y alla no.."

epi dijo...

por que esta no tiene etiqueta?? quien anda en calcuta??

. dijo...

por que se me había pasado. Buen argumento.

a.o. dijo...

Ramiro! Igual leeré esto. Luego te paso comentarios...

dubi dijo...

"desvivirse por el prójimo"

¿quién es el prójimo?

Jesús cuenta la historia del buen samaritano que se encontró al judío herido en el camino, no la del samaritano que se va a recorrer tierras lejanas.

La palabra prójimo se refiere al que está más cerca, la familia. De ahí se pasa a todas las demás personas que nos vamos encontrando en nuestras vidas y que Dios nos manda.

Dios tiene una misión para cada uno, pero aceptar su voluntad está en nuestras manos. Por creer hacer lo que Dios quiere, mucha gente se ha equivocado al buscar sólo la paz consigos mismos.

Al final, de nadie es el trabajo de juzgar más que de Dios. Lo único que podemos hacer, es encomendar.

P.D. Sigo en contra...

. dijo...

vaya!