sábado, 28 de octubre de 2006

El hombre y su compañero

Había una vez un Hombre que llevaba una vida muy ocupada. Tenía poco tiempo para sí mismo, siempre estaba ocupado en muchas negocios, con muchas personas. Hasta que un día decidió que no quería seguir así, y resolvió pedir ayuda.

El maestro al que se dirigió le dio este consejo: hazte acompañar por un filosofo. Y así lo hizo. Los dos juntos marcharon por la vida, el Filósofo y el Hombre. Hablaron sobre la vida y la muerte, sobre el origen y el destino, sobre el bien y el mal, la palabra y el silencio.

El hombre aprendió muchas cosas profundas en que no había pensado antes, pero con el pasar del tiempo descubrió que tenía la mente tan cargada como antes, y se separó del Filósofo.

Otra vez recurrió a su Maestro, quien le dijo: Deja que un niño te acompañe. Te descansará. El Hombre encontró una encantadora niñita que estaba de vacaciones y quiso que lo acompañara. Como era un buen hombre, sus padres no se opusieron.

Por días y días pasearon por el campo y el Hombre mejoró completamente gracias a su alegre compañerita. La niña que llevaba de la mano hizo revivir al niño que tenía dentro del alma y aprendió a ser feliz y a bailar otra vez. también aprendió a llorar.

Sin embargo, con el pasar del tiempo notó que aun que la niña tenía todo su cariño y su atención, no la llenaba del todo así que la entregó de nuevo a sus padres.

Tendré que volver a mi maestro a pedir consejo de nuevo, dijo. Y siguió su camino solo, con el silencio como su único compañero. Al principio permanecer en silencio era una carga más penosa. Estuvo tentado a volver a ella, a toda la gente, a los negocios de antes. Pero se dió cuenta que no era posible, así que tuvo que seguir adelante en compañía de su adusto compañero, el silencio.

Después de algún tiempo, una noche despertó al oír que alguien la hablaba, pero no había nadie más que su compañero: el silencio.¿Puede el silencio hablar? El único lenguaje que tiene sentido nos llega por la boca del silencio.

Siguiendo andando juntos, el silencio no cesaba de hablar. Su mente se ensanchaba y aclaraba y podía concentrarse. hasta su sueño era más sereno.

A pesar de eso, una noche despertó la voz de su silencio, pero tenía una voz diferente. Cantaba y cantaba una melodía nueva que lo llenaba de alegría y otra que lo hacia llorar con todo el sentimiento que la niña le había enseñado. Se preguntó ahora: ¿Puede el silencio cantar? No había sido en vano sus paseos con la niña, que le había enseñado que el silencio puede cantar, llorar, bailar y reír. tan absorto estaba que a final se volvió como un niño, por que el silencio había encontrado al fin a alguien con quien hablar.

Y el Hombre había encontrado alguien que le enseño algo que casi nadie sabe: escucharse también a sí mismo.

2 comentarios:

Alex dijo...

...y al final se suicidó por tanta soledad

. dijo...

se agradecerían comentarios un poco más...constructivos.

hahaha de todos modos gracias por pasar por aquí duba