jueves, 18 de octubre de 2007

Tren

El joven veía lo que venía, veía venir el tren. ¿Por qué no se movió? Tenía la radio apagada, las ventanas abajo, el tren pitó, los demás carros pitaron, incluso uno que otro conductor (o conductora) le gritaron con fuerza para que se moviera. Podemos afirmar que vio venir el tren. ¿Por qué no se movió? No estaba atorado. Tenía la salida fácil, era cuestión de pisar el acelerador. ¡Pero que tarea tan difícil! No lo culpo. Tenía que quitar el pie del freno, levantarlo a una altura considerable para que no se fuera a trabar con el otro pedal, eso sin mencionar que le acababa de picar un mosquito (malditos seres) en el dedo chiquito del pie por lo que resultaba horriblemente incomodo cualquier movimiento, y finalmente aplicar una fuerza considerable para que el carro se moviera. ¡Qué fastidio! Las cosas deberían de ser más fáciles. Los carros se deberían de mover por sí solos. El joven no quiso hacer tal esfuerzo, bueno, si quiso. El tren viene muy lejos, se dijo, tengo tiempo. Ya se viene acercando pero no importa, tengo tiempo, ahorita tengo mucha flojera y ¡hay como me da comezón ese piquete! Ya viene más cerca, bueno a final de cuentas ¿qué tan fuerte puede estar el golpe? siempre he sobrevivido a esta clase de accidentes y al final las cosas me salen. Pum.

2 comentarios:

Alex dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Alex dijo...

Temo decir que te quedó bien (al fin algo bueno de tanta verdez jaja)

Ojalá fueras frío o caliente Pero por como eres tibio y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. (Ap. 3:15-16)