Despues de estar cuatro horas seguidas en un fraccionamiento haciendo un levantamiento topográfico, un descanso cae como anillo al dedo. Fuimos Raúl y yo al OXXO y volvimos con provisiones.
Entre tres y cuatro de la tarde pasa algo muy especial en cualquier lugar donde uno se encuentre. Es una hora en la que hay silencio y dicen por ahí que la tarde le roba diez minutos al reloj. Es un silencio de cierta manera natural. Los carros siguen transitando y la televisión haciendo ruido, pero la naturaleza guarda silencio. Los pájaros no cantan, el viento sólo silva a lo lejos, en fin, hasta los árboles, flores y plantes guardan silencio.
Afuera hacía un calor impresionante para estar en Guadalajara y el sol con sus rayos picaba a todo aquel que se atreviera a salir. Entramos a una construcción cuyo interior estaba fresco y ambientamos un poco el lugar con música de Delgadillo. Dos cubetas sirvieron de asientos y así abrimos la primer cerveza. El sonido de la botella siendo destapada es uno de los más bellos que alguien puede oír y el primer trago de cerveza helada después de tanto trabajo fue mágico. Es increíble como un sandwich, una bolsa de takis y dos cervezas en buena compañía pueden reponer de manera maravillosa el cansancio físico, mental y espiritual y dar fuerza suficiente para seguir midiendo otras tantas horas.
Hace 10 años.
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